“Con esta espera llena de afecto queremos también nosotros prepa-rarnos para acoger a Je-sús: ya sea en Navidad, que celebraremos dentro de unas semanas; ya sea al final de los tiempos, cuando regrese en gloria; ya sea cada día, cuando venga a nuestro encuentro en la Eucaristía, en su Palabra, en nuestros hermanos y her-manas, especialmente en los más necesitados. Por eso, de modo especial durante estas semanas, preparemos con esmero la casa del corazón, para que esté ordenada y sea acogedora.” Así nos exhortaba el Papa Francisco, a vivir el tiempo de Adviento, como oportunidad nueva.
La corona de Adviento, va avanzando, y a su vez los preparativos externos. Belenes ya montados, en espera al Niño Jesús, adornos ultimados…pero párate a pregun-tarte ¿cómo va la temperatura de mí corazón? ¿Realmente estoy poniendo los medios para que se en-carne Dios en mí vida?
María nos llama a la Esperanza segura, sabiendo que si Dios llega, no podemos mantener la indiferencia vital, pues Dios espera una respuesta concreta. Es bueno tener las compras ultimadas, pero donde realmente debe-mos poner la prioridad es en Jesús, que viene a darnos vida divina y a enseñarnos a ser hijas/os de Dios.