“Los Magos de Oriente cuando lo encontraron se postraron ante el Niño de Belén. «Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre», dijo Jesús a Felipe (Jn 14, 9). En Jesu-cristo, que por nosotros permitió que su corazón fuera traspasado, se ha manifestado el verdadero rostro de Dios. Lo seguiremos junto con la muchedumbre de los que nos han precedido. Entonces iremos por el camino justo.
Esto significa que no nos construimos un Dios privado, un Jesús priva-do, sino que creemos y nos postramos ante el Jesús que nos muestran las sagradas Escrituras, y que en la gran comunidad de fieles llamada Iglesia se manifiesta viviente, siempre con nosotros y al mismo tiempo siempre ante nosotros. Se puede criticar mucho a la Iglesia. Lo sabemos, y el Señor mis-mo nos lo dijo: es una red con peces buenos y malos, un campo con trigo y cizaña. El Papa Juan Pablo II, que nos mostró el verdadero rostro de la Igle-sia en los numerosos beatos y santos que proclamó, también pidió perdón por el mal causado en el transcurso de la historia por las palabras o los actos de hombres de la Iglesia. De este modo, también a nosotros nos ha hecho ver nuestra verdadera imagen, y nos ha exhortado a entrar, con todos nuestros defectos y debilidades, en la muchedumbre de los santos que comenzó a for-marse con los Magos de Oriente.
La Iglesia es como una familia humana, pero es también al mismo tiempo la gran familia de Dios, mediante la cual él establece un espacio de comunión y unidad en todos los continentes, culturas y naciones. Por eso nos alegramos de pertenecer a esta gran familia que vemos aquí; de tener herma-nos y amigos en todo el mundo. En esta gran comitiva de peregrinos, cami-namos junto con Cristo, caminamos con la estrella que ilumina la historia.
( Papa Benedicto XVI. JMJ Colonia (Alemania) 2005)