Estamos en los inicios del mes de Mayo, y van poco a poco apareciendo “las flores” que ofrecemos cada uno a la Virgen María. Es cierto que la vida cristiana nos pone en el filo de “ser correctos sin ofender”, y pasar sin anunciar la Buena Noticia cristiana y eso nos empequeñece e impide dar flores en nuestra vida espiritual.
Estamos acompañando a muchos niños y niñas, que reciben por primera vez a Jesús en la Eucaristía, (62) y nos preguntamos ¿Cómo recibo al Señor? ¿Doy importancia a la Misa? ¿Sé que Dios viene a mí por la celebración de la Eucaristía?
El 10 de éste mes celebramos a San Juan de Ávila, patrón de los sacerdotes españoles, y en sus cartas exhorta tanto a fieles como a sacerdotes, a valorar los sacramen-tos, como realidad de salvación. Decía “Y así hay seme-janza entre la santa encarnación y este sacro misterio; que allí se abaja Dios a ser hombre, y aquí Dios humanado se baja a estar entre noso-tros los hombres; allí en el vientre virginal, aquí debajo de la hostia; allí en los brazos de la Vir-gen, aquí en las manos del sacerdote.” Y es que solo desde la Eucaristía podemos entender el designio de salvación, la historia de Dios contigo.
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