Terminamos la Octava Pascual con el Segundo Domingo de Pascua, denominado por el Papa San Juan pablo II, como Domingo de la Divina Miseri-cordia.
«Quédate tranquila, Hija Mía, precisamente a tra-vés de tu miseria quiero mostrar el poder de Mi miseri-cordia. (Jesús a Santa Faustina)» En los mensajes a ésta gran Santa, vemos que si Dios está vivo y Resucitado, no es para quedarse inmóvil, si no para afirmar el amor que nos dejó en la Última Cena sellado en la Cruz. Jesús no es parcialmente bueno, sino que Su corazón ama a nuestra humanidad de forma real. Ahí está nuestro compromiso de fidelidad y generosidad en favor del Reino de Dios.
El Papa Francisco nos exhortaba a dar “un paso firme”: “Cristo ha resucitado, verdaderamente ha re-sucitado, como se proclama en las Iglesias de Oriente: Christòs anesti! ( Urbi et Orbi 2023)