Tras celebrar a Nuestra Patrona, se nos quedan muchos compromisos pendientes de hacer, meditados a lo largo de la novena. Es cierto que las virtudes en María, se muestran como “grandes cimas” que con dificultad podemos escalar; pero no olvidemos, que estando cerca del Señor, lo mejor está por llegar.
La festividad de la Santa Cruz, que celebraremos el miércoles, nos ubica dónde realmente se encuentra el valor del sacrificio, unido al misterio Redentor de Cristo. Es el mismo Dios, el que nos eleva y fortalece en nuestros sufrimientos y dificultades.
Así, al día siguiente, es María quien nos enseña, con su dolor, a no escatimar ni un pequeño esfuerzo por servir a Dios. Nuestra madre la Virgen Dolorosa, es la misma que en Nazaret recibe el Anuncio del Ángel, y la que siempre fue generosa con Dios.
Nos sabemos fortalecidos por medio de los sacramentos, y es que ante tanta generosidad como la de Jesús, no tenemos excusas para “poner toda la carne en el asador” y comenzar éste curso con fortaleza y confianza renovadas.
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